Quiero que vuelvan épocas como aquellas. Que me devuelvan el sentir. Que me regalen una emoción. Encontrar el anhelo perdido, en el mundo que me olvidó. Dejar de buscar y que me busquen a mí, de una vez. Ya nada puede ser igual. Igual a ese ayer de momentos espontáneos y carcajadas que no sobran. El reemplazo de lo que yo misma abandoné. Ni la propia conveniencia me pudo persuadir. No quiero despertar sin afanes ni acostarme sin una ilusión. No quiero rendirme al vacío y, de desistir en los instantes, prefiero dejar de respirar, que llegue de la nada y sin mostrarme los indicios, para que cuando caiga, pueda sellarme con un beso. Flotar en los instintos, no forzarlos para un bien impuesto por la ingenuidad. Caigo en la ineptitud de todos los días y paciente espero la presencia de su ausencia, añorando los rincones por donde dejó rastros y que hoy se han querido desvanecer. Sentada al paso de amores inefables, inexistentes por su velocidad, incesantes, incesante. El cambio que la ceguera no quiere dejar notar en el contexto. Ahora, llenando las líneas en los espacios para llegar al límite mínimo que no quiero traspasar, pues por mí ya ha pasado, muchas veces.
