jueves, 21 de abril de 2011

True

En realidad,
todo es acerca del cómo.
Ni ahí con el por qué
y menos el cuándo.
Quizás el qué.
Pero es el cómo.

martes, 12 de abril de 2011

Gusto a poco

El viernes por la tarde pedí que el sábado lloviera. Y así fue.
Yo la pedí y se cumplió. Había que limpiar el aire de esta ciudad que se había transformado en una masa gris densa y tóxica.
Esa masa nubla el pensamiento. Miré la lluvia caer y sentí las gotas reposar sobre la piel. La primera lluvia de la temporada. En ese momento me vi. Me vi con una etapa en el cuerpo. Un proceso de algunas vidas, culminado.
Yo empecé donde quise terminar. Eso es suerte o algo más. Tres meses en que cambié, crecí, retrocedí, no paré, lloré y avancé, como nunca. Pasó rápido, tan rápido, que no supe cuándo mi percepción se dio vuelta. Por mucho tiempo, sentí rabia. Sentí disgusto. Sentí desilusión. Y súbitamente, me vi llorando junto a la lluvia por haber terminado eso que por un rato maldije. Por qué uno siempre se da cuenta de lo que tiene cuando lo pierde o lo extraña cuando ya es tarde para tenerlo.
Hace una semana que se me caen incontrolables lágrimas por insignificancias que no tienen alcance alguno. Nadie se ha muerto. Nadie está enfermo. No he cometido un error. No debo pedir disculpas. No me han herido. Pero tengo pena. A ratos, siento pena.
Pero parece que parte de esa pena es por darme cuenta del madurar, del crecer. Y también, por emoción, por saber que puedo, incluso más de lo que creo.
Lloro también porque en un mismo día escucho, aleatoriamente, muchas canciones con fuerte significado.
Lloro porque un amigo me dice que se siente orgulloso de mí al encontrar mi nombre escrito en unas páginas.
Son lágrimas que no duran más de dos segundos, con suerte alcanzan a caerse de la cara.
Pero quiero cobijo. Quiero sentirme contenida en mi llanto. Quiero que me dejen sentirme así y estar cómoda.
En resumidas cuentas, me hace falta un buen abrazo. Me hace falta otra piel para compartir la mía.

una gota

una gota