sábado, 22 de agosto de 2009

Obstinación

No insistir en que el aire es morado,
el cielo verde,
el amor negro
y la felicidad amarilla.
Que sólo la cuerda de un violín logra constancia
y que, tal vez, como la puerta se cierra
pueda yo caer.
La piel tan suave como el frío metal.
La intención tan cruda como el pan.
El sentido tan perdido como mi concentración.
La tierna caricia que intenta conmover y que únicamente logra incomodidad,
que luego se transforma en añorado amor.
Tan segura como la virginidad de una escondida flor
y temerosa como atardecer volador.
Sólo existe si se siente, si duele y si no está.
Cuando el mar revienta en material contra cuerpo
y derrumba mar,
por poca creencia e ingenuidad.
Miedo y codicia
contra la inexistencia o posibilidad de la situación.
Malestar de un cajón,
vacío por dentro
e intriga por fuera,
impulso al abrirlo
y arrepentimiento al conocerlo.
Aceleración de un estático movimiento,
que descifro imaginación
y luego el momento de grito ensordecedor
que campo florece y crece.
La idea soñada de tranquilidad que muestra
la ida y venida
me consuela y anhela
muerde y construye
éste y el otro
que continuamente
quiere pero no puede
que persiste y existe
y que sin mayor resistencia,
se rinde.

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