domingo, 21 de noviembre de 2010

Sigamos moviendo la cola













Son 10 años. La década en que has sido mi mejor amigo, mi compañero de vida.
No puedo explicar la sensación de creerme tu madre.
Hasta te hicimos un bautizo, cuando llegaste. Un bultito peludo que cabía en mi mano.
Bruno.
Como el peluche que me dieron a mis diez años por siempre querer un perro y que todavía tengo.
Llegaste en el mejor momento de mis peores momentos.
Oportuno.
Bruno.
De ahí, comenzamos nuestro camino juntos. Te enseñé a saludar con la pata, a acostarte y, lo mejor, a ser siempre sonriente. El perro feliz.
Cuántas veces hemos nadado juntos. Casi te tiraste del balcón, pero no te atreviste estando en la punta. Te enseñé a bucear. Una piedra a más de metro y medio de profundidad. Eres único.
Cuántas siestas apoyada en tu lomo. Los dos en los mejores sueños.
Te enseñé a tener paciencia. Te pintamos, disfrazamos, usamos como caballo. Y tú, siempre feliz.
Cuántas veces me acompañaste a recorrer los parrones. Me ganaste más de una carrera.
Cuántas veces me has salido a recibir corriendo, feliz, moviendo la cola, esperando junto a la puerta del auto para que me baje rápido. Y ahora, te cuesta tanto hacer lo mismo.
Al revés.
Tú me enseñaste que conversar con un perro no es absurdo.
Me has enseñado lo que es la lealtad.
Me has enseñado lo que es que alguien te entienda sin decir palabra.
Me has buscando en los momentos que más he querido ser encontrada.
Me has estirado tu pata cuando he querido cariño.
De alguna manera, sabes cuando estoy triste. Incluso cuando tú estás mal, me mueves la cola y me haces cariño con tu pata cuando me sientes llorar.
Siempre me alegras. Me haces feliz. Me contagias tu alegría. Muevo la cola contigo.
Me gusta abrazarte y que apoyes tu cabeza en mi hombro.
Amo jugar contigo.
Me gustaría tenerte para toda mi vida.
Y hoy, verte así, sufriendo. No lo aguanto.
Ya te lo dije antes, pero te lo repito. Prefiero que partas a que tengas dolor. Te dejo ir. Y verte bien.
Saber que estás bien.
No soporto la idea de tu dolor. Me apartaste mi mano con tu pata para decirme que no.
Te quiero tanto que hasta no sabía cuánto.
Eres parte de mí.
Parte importante.
En las buenas, las malas, les mejores y las peores.
El día que no te vea, espero saber que estás mejor.
Te voy a extrañar. Tanto.
Ya extraño tu juventud. Tu vitalidad, que aunque te sientas terrible, está presente.
Te voy a extrañar.
Pero si te mejoras, el tiempo que quede lo aprovecharé más todavía. Sé que nos hemos aprovechado harto. Cada minuto. Pero quiero más tiempo. No te vayas todavía, querido amigo mío.
Gracias por esta década juntos. Por ser el mejor hijo. Mejor amigo. Mejor compañero.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

una gota

una gota